miércoles, 10 de abril de 2013

Ancianos que viven solos







Ancianos en soledad

La vejez no es una enfermedad, pero representa un estado de especial vulnerabilidad a cuestiones como la soledad, que es sentirse sin compañía cuando uno la desea y que es uno de los problemas más graves que conciernen a los mayores, especialmente si carecen de afectos familiares.

La persona mayor debe luchar contra la soledad. Si no tiene la suficiente fuerza de voluntad o ayuda para superar los obstáculos, corre el peligro de caer en la depresión. Desgraciadamente, sin embargo, hay muchísimas personas mayores a quienes no les queda otro remedio que vivir solas. Con frecuencia, además, sus condiciones de vida no son las más adecuadas, como vivir en casas sin calefacción o sin ascensor.

Los periódicos informan con relativa frecuencia, del hallazgo del cadáver de una persona anciana, encontrada en su domicilio varios días después de su fallecimiento.

Las personas solas necesitan mucho cariño, comprensión y, sobre todo, alguien que les escuche. También les preocupa convertirse en personas dependientes por falta de salud. No tenerla suele dar muchos problemas, psíquicos y físicos. Por ejemplo, si no tienen a nadie que les acompañe a dar un paseo, entonces ya no salen a la calle. La causa fundamental de este abandono es el ritmo de vida que llevamos, que hace que las personas mayores vivan bastante aisladas.

Cuidar de los ancianos y especialmente a nuestros padres es una exigencia moral, sin olvidar que mañana seremos nosotros los que necesitaremos ser cuidados. Hay que exigir al Estado que cubra las necesidades materiales de la persona mayor, pero también existe el deber en la familia y en las personas próximas que se hagan cargo del soporte afectivo.

La Carta de los Derechos de la Familia de Juan Pablo II (1983) dice en su art. 9: “c) Los ancianos tienen el derecho a encontrar dentro de su familia o, cuando esto no sea posible, en instituciones adecuadas, un ambiente que les permita vivir sus últimos años de vida serenamente, ejerciendo las actividades compatibles con su edad y que les permita participar en la vida social”.
 
De todos modos, lo más importante es el amor que cada uno de nosotros estamos dispuestos a dar a los mayores que tenemos cerca. Hoy podemos darle un poco de nuestro cariño, mañana tal vez no.

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